Libertad e igualdad sexual

Por encima del Derecho y su aplicación está la esencial naturaleza del individuo, de la persona por sí misma por ser quien es.

Trascender las etiquetas normativas para contemplarnos como quienes somos realmente: libres e iguales. Podremos tener o no tener medios, conocimientos, posibilidades, que quizá nos roben capacidad de maniobra en las premisas de libertad e igualdad, pero eso no quita un ápice que, en cuanto a sexualidad se refiere, tiene que dar igual que nazcas en un medio empobrecido o rico porque tú decides lo que sientes y con quién o quiénes quieres compartirlo sin violencia, coacciones, engaños. Cuestión diferente es la moral dominante en cada zona donde la decisión ha de aplicarse, si está sujeta al Derecho básico como ser humano o, por el contrario, es la moral quien toma la decisión sea bajo el ropaje que sea.

En su sano juicio nadie debiera poner en cuestión que la capacidad de ser libres e iguales se nos roba a medida que crecemos en un medio u otro, a medida que tenemos más o menos conocimiento. Pero el sano juicio veo que está en regresión en la medida que se imponen trabas, medidas coercitivas, para la libre expresión sexual en casi todos los frentes que no sean heteronormativos o siguiendo un patrón de relaciones, dentro incluso del patrón matriz, ajustado a la monogamia regida por la doble moral social que sigue la máxima haz y que no te vean.

Culturalmente podríamos sorprendernos si supiéramos realmente cómo vivía la sexualidad el humano hace varios miles de años, cientos de miles. Pero va un apunte: la sociedad, incluso en los albores del patriarcado, era bisexual cuya práctica se hizo extensiva en el tiempo hasta que se fueron conformando las nuevas sociedades marcadas por la aparición de fenómenos religiosos restrictivos donde podría permitirse la poligamia pero no la poliandria, donde -también- el rol masculino es predominante frente al femenino en la extensión, incluso, de la práctica de la homosexualidad. La presencia lésbica en las culturas antiguas parece no haber sido valorada adecuadamente pero sí la homosexualidad masculina. ¿Y esto es casualidad? No. Es el fruto del concepto patriarcal de dominio, poder, incluso en la presencia pública de la orientación sexual según a qué genero afectase. Por tanto no parece descabellado plantear que cuando quieres ejercer tu libertad sobre la orientación sexual (por ejemplo) te puedes encontrar con un bloqueo social lo que convierte a una parte en desigual con lo que la libertad queda bastante reducida. Un bloqueo que las mujeres conocen bien: si tienes varias relaciones eres puta, si eres hombre eres un macho bendecido por la naturaleza. Hoy no es tan descarado el asunto pero aún persiste esta forma patriarcal de desigualdad de trato.

Libertad e igualdad caminan de la mano para crecer juntas ya que sin la segunda la primera va escasa, sin la primera ni siquiera existe en la práctica la segunda.

Educar en la libertad e igualdad en materia sexual ya he comentado que es quizá el gran reto que la sociedad tiene ante sí, y en pleno Siglo XXI. Se debe vivir lo que se siente, conforme a ello y a la naturaleza sea bajo la orientación sexual como la forma adoptada de relaciones. Y esto es educar en la diversidad.